El abuelo de Pinto
Vuelvo al punto de partida de mi primer viaje, ya sabéis,
el Centro Geográfico de la Península Ibérica. Esta vez subo por la calle
Maestra María del Rosario hasta la calle de las Monjas, la cruzo y subo por la
calle del Cristo, a mi derecha el castillo, más conocido como la “Torre de
Éboli”, al que el poeta pinteño José Enrique Gippini dedicó unos versos.
Después de contemplar por unos instantes la misteriosa
torre, me dirijo hacia la estación de Renfe y, a través del pasadizo que hay
para salvar las vías del tren, llego a la Plaza del Cristo del Calvario, donde
me espera un viejo amigo.
A veces pasamos a su lado con tanta prisa que no reparamos en su majestuosidad, mientras él, con sus dieciséis metros de altura, vigila nuestras ajetreadas vidas. ¡Os presento al Olmo de la Ermita!