El abuelo de Pinto
Vuelvo al punto de partida de mi primer viaje, ya sabéis,
el Centro Geográfico de la Península Ibérica. Esta vez subo por la calle
Maestra María del Rosario hasta la calle de las Monjas, la cruzo y subo por la
calle del Cristo, a mi derecha el castillo, más conocido como la “Torre de
Éboli”, al que el poeta pinteño José Enrique Gippini dedicó unos versos.
Después de contemplar por unos instantes la misteriosa
torre, me dirijo hacia la estación de Renfe y, a través del pasadizo que hay
para salvar las vías del tren, llego a la Plaza del Cristo del Calvario, donde
me espera un viejo amigo.
A veces pasamos a su lado con tanta prisa que no reparamos en su majestuosidad, mientras él, con sus dieciséis metros de altura, vigila nuestras ajetreadas vidas. ¡Os presento al Olmo de la Ermita!
Ni hendido por un
rayo, ni en su mitad podrido, como diría el gran Machado, pero si viejo, muy
viejo, trescientos años, nada más y nada menos. Un testigo viviente de la historia
de Pinto. ¡Ay si pudiera hablar! ¡Ay si contara todo lo que ha visto y oído!
Cuántas parejas cobijadas bajo sus ramas se juraron amor eterno o se dieron su
primer beso, cuánt@s niñ@s treparon a sus ramas, o jugaron bajo su sombra.
Nadie sabe a ciencia cierta quién o quiénes decidieron
plantar allí este olmo, por lo menos yo no he encontrado nada escrito al
respecto, pero creo, o eso quiero creer pues esta hipótesis está sacada de mi
romántica imaginación, que su historia está vinculada a la refundación de La Hermandad
del Santísimo Cristo del Calvario, allá por el 1.714, hace trescientos años.
Aunque parece ser que el título de la misma fue “Confraternidad de la Santísima
Trinidad y Santísimo Cristo del Calvario”, y que tuvo entre muchas finalidades la
de recaudar limosnas para liberar a los cautivos de los mahometanos.
El historiador y cronista de Pinto Gonzalo Arteaga Vaquero recogió en su libro; Pinto: éste
es mi pueblo, algunos datos históricos sobre esta Hermandad: “a los pies de la imagen del Cristo del
Calvario, en una vitrina, está el libro original de la fundación de la
Hermandad, códice miniado de valor incalculable, escrito en 1.714, y también el
que le sigue hasta 1.845”. Además, según argumenta el autor, él mismo fue el responsable del hallazgo del códice y de su colocación en el lugar citado en el año 1.982, fecha en la que presidió la junta directiva de la Hermandad.
Pero volvamos a centrar la historia en nuestro viejo amigo, a quien he rebautizado cariñosamente como "el abuelo de Pinto". Quién sabe si algún hermano quiso dejar testigo del nacimiento de la Hermandad
plantando el olmo, pues conocida es la simbología maternal de este árbol, como así
lo destaca Miguel Herrero Uceda, en su libro “El alma de los
árboles”:
“Estos
olmos frondosos y corpulentos a menudo son tan importantes para la vida social
del pueblo que adquieren el protagonismo de una matrona que con cariño vela por
todo el pueblo. A veces, tanto se siente esas atribuciones matriarcales, que
los mismos lugareños transforman el nombre de muchos de estos árboles para que
puedan cumplir su papel maternal y femenino. Así, surge, de forma espontánea,
la denominación de olma”.
También la antigua mitología
germánica subraya las atribuciones matriarcales de los olmos, según ésta Odín
y sus hermanos crearon a toda la humanidad a partir de dos árboles; los hombres
proceden del fresno y las mujeres del olmo.
Fuera por la razón que fuera que se plantara este
olmo, la suerte ha querido que llegara hasta nuestros días y, debido a su
antigüedad, estado de conservación y tradición histórica, la Comunidad de
Madrid le declaró el año pasado “árbol singular de la región”*. Y aunque Pinto
estaba rodeado de hileras de olmos una enfermedad conocida como grafiosis, que
afecta al olmo, mermó considerablemente su población hasta dejar sólo
ejemplares testimoniales, como éste junto a la ermita del Cristo.
*El reconocimiento 'árbol singular' se creó
mediante el Decreto 18/1992, del 26 de marzo, por el que se aprueba el Catálogo
Regional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre. El objetivo de este
reconocimiento es "proteger y conservar" el patrimonio natural de la
Comunidad, ya sean árboles excepcionales por su tamaño, excelencia de porte,
longevidad, originalidad de formas, significación histórica, cultural o
científica e incluso valor sentimental entre las gentes de un municipio.
Como en todas las visitas llega un momento en el
que tienes que despedirte, pero lo hago con un hasta luego y, como lo hacen l@s
amig@s, con un abrazo. Porque, aunque pueda parecer extraño, ¡abrazar árboles es
saludable!, reduce el dolor, la presión arterial, la temperatura corporal, ayuda a curar fracturas, y un largo etcétera. Y así como los Koalas, que abrazan a sus queridos eucaliptos para refrescarse durante los veranos de Australia, me quedo un ratito con mi viejo amigo para recargar energías.
Si alguna vez pasáis por aquí no olvidéis deteneros para admirar la grandeza de este olmo y, si disponéis de un ratito, dadle un abrazo, seguro que después os sentiréis mucho mejor y él nos recompensará viviendo entre nosotros muchos años más.
Al cierre de este post me llegó la mala noticia de
la tala “justificada” de cuatro olmos en la Avenida de España (Pinto), los cuales fueron
plantados hace más de 40 años. Parece ser que la acera se ha visto gravemente
afectada por las raíces, que han provocado importantes desperfectos y suponen
un riesgo para los viandantes. Es una pena que no se puedan salvar estos
testigos vivientes de nuestra historia, ya no llegarán a ser tan longevos como
nuestro viejo amigo. Descansen en paz.
“Los árboles son las columnas del mundo, cuando se habrán cortado los últimos árboles, el cielo caerá sobre nosotros.” Proverbio Indio
Entrañable. Gracias Cris
ResponderEliminarEntrañable. Gracias Cris
ResponderEliminarMil gracias Javier!!! Eso pretendo, contar historias que emocionen, ya sea de lugares o de personas. Un abrazo!!
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