miércoles, 18 de mayo de 2016

Terapia de grupo


La "Locura de la Manicura"


No suelo estar al día de las tendencias en cuanto a manicura se refiere, aunque me considero una mujer coqueta y de cuando en cuando me pinto las uñas, pues como dice la canción “antes muerta que sencilla”. En mi empeño por ser moderna busqué lo que los Influencers, Instagramers, Bloggers y Youtubers, que son los que parten el bacalao en cuestión de moda, consideran tendencia hoy en día. En este caso quería conocer lo último en decoración de uñas, o Nail Art, por hacerme algo original. Además, como algunos recordaréis, mi último viaje acabó con una muestra de amor a un viejo amigo; un abrazo al olmo centenario de la Ermita del Cristo, y mis manos se vieron algo perjudicadas. ¡¡Gajes del oficio!!!

No soy quien para juzgar a nadie, para gustos los colores, pero cuando vi lo que consideran el último grito en Nail Art, lo que di fue eso mismo, ¡¡UN GRITO!!!, pues solamente si eres una fan de Chewbacca justifica que te llenes de pelos las uñas.




Y es que el "furry nails", o uñas peludas, es tendencia para los próximos meses...me estaré haciendo vieja.


Como he dicho anteriormente yo no soy quien para juzgar nada, ¡faltaría más!, pero sí conozco a la persona que puede sacarme de dudas de si esta "moda peluda" tendrá éxito o no. Carmen de Galdo, una de la pioneras en abrir un centro de uñas acrílicas y Nail Art, en Pinto, con más de veintidós años de experiencia.











Así que, desde mi habitual punto de partida; el Centro Geográfico de la Península Ibérica, me dirijo hacia la calle Paseo Dolores Soria, donde se encuentra el salón de Carmen, Nácar Center, que nada tiene que envidiar a los que nuestra querida Carrie Bradshaw, de “Sexo en Nueva York”, visitaba a menudo en sus paseos por la Quinta Avenida, pues “Nácar Center” está a la última en todo a lo que a moda uñera se refiere.




Pero hagamos un poco de historia, pues el cuidado de la manos y de las uñas ha preocupado a la humanidad desde tiempo inmemorial y, como todo, también ha tenido su evolución hasta llegar a nuestros días.Ya los egipcios, hace 3.000 años, cubrían sus uñas con tonos brillantes para demostrar que no pertenecían a la clase trabajadora, que las llevaba al natural. Cleopatra aplicaba henna en sus uñas para darles color. Se han encontrado objetos de manicura en las tumbas de esta época, por lo que parece claro que se cuidaban y pintaban las uñas. En China con la dinastía Ming, extraían el color de la cera de abeja y de la clara de huevo. Y allá por el siglo XVII, en el Lejano Oriente, llevar las uñas largas era símbolo de poder y riqueza, usando férulas de oro para protegerlas y destacar su longitud.



Llegado el Siglo XIX lo que primaba eran las uñas puntiagudas en forma de óvalo y con la punta muy fina, que bañaban con aceites aromáticos. En el Siglo XX llegan los esmaltes, Coco Chanel populariza la uña corta con colorido fuerte, se descubre el quitaesmalte, las uñas postizas y los fortalecedores. En los años cincuenta arrasa el color rojo y se pintan las uñas con la media luna. Llegan los alegres años sesenta con su movimiento hippie, y se empiezan a poner de moda colores como el azul y el verde. En los setenta lo más moderno era llevar manicura francesa, en el largo que más te gustara. Y poco a poco la moda se va adaptando a las necesidades de la mujer trabajadora, y el largo se va acortando. Acabando el siglo llegan los colores neones, y se vuelven a llevar las uñas largas. Con el siglo XXI llega la revolución en cuanto a creatividad e innovación; Nail Art, esmaltado permanente, piercing, strass, infinidad de colores y texturas, impresión de imágenes, y lo último de lo último, el efecto peluche y el efecto 3D. ¿Qué será lo próximo?...¡¡imaginación al poder!!

Pero volvamos a la protagonista de esta historia, Carmen, que prefiere que le presente como "Especialista en Uñas Acrílicas", pues eso de manicurista, no le hace mucha gracia. Pinteña casi por los cuatro costados, sólo por línea paterna. Sus padres se conocieron gracias a la querida fábrica de chocolates de Pinto, la Compañía Colonial, pues su madre pasaba los veranos en casa de su tío Ángel Montero, uno de los encargados en la fábrica. Vamos, que los orígenes de Carmen son de lo más dulces. ¡Lo que el chocolate ha unido que no lo separe nadie!



Carmen me cuenta que llegó al mundo la manicura por pura causalidad, mientras estudiaba en la facultad de Psicología, porque Carmen, por si alguien no lo sabe, es Psicóloga; y es que ¡l@s psicólog@s valemos para casi todo! Sí, lo confieso, yo también lo soy. Bueno, el caso es que Carmen vio un anuncio de un curso de uñas de porcelana y, para sacarse un dinerito y así pagarse los estudios, probó a hacerlo. En cuanto toco la primera uña supo que eso era lo suyo. ¡Y tanto que lo era!, lleva más de veinte años decorando y cuidando las uñas de las pinteñas, y de algún que otro pinteño también, porque haberlos haylos. Aunque como dice ella “no sólo esculpimos uñas, también hacemos terapia de grupo”.



Comenzó a esculpir uñas en su piso de la calle Edmundo Meric, en el "Escudo", sus primeras clientas; su vecina María y su amiga Raquel, que aún siguen siendo fieles. En cuanto pudo abrió el salón en la calle Real. El nombre del centro se lo sugirió su hermana Yolanda, que vio que juntando la primera sílaba de las palabras, Nail (uña en inglés) y Carmen, se formaba la palabra “Nácar”. ¡Ya tenían el nombre!, ahora tocaba trabajar duro juntas.


















Carmen es toda una emprendedora, y eso lo lleva en el ADN, pues ya sus abuelos paternos abrieron uno de los primeros estancos de Pinto, "Casa Juanita", en la misma calle Real, y su tía, Carmen de Galdo, regentó una tienda de menaje de cocina, regalos y juguetes, curiosamente también en la calle Real, "Bazar del Hogar".




Nada más y nada menos que unas 35.000 manos han pasado por las de Carmen. Puedo decir, sin miedo a equivocarme, que fue una de las primeras en abrir este tipo de centro especializado en esculpir uñas, en Pinto. “Siempre digo que he tenido suerte, pues muchas mujeres que querían ponerse uñas tenían que ir a Madrid, así que, montar el centro fue un acierto” me dice Carmen con orgullo.



Y uña a uña, mano a mano, su fama corrió como la pólvora, tanto que Cristina Sánchez, la torera, confió en ella para lucir unas manos espectaculares el día de su boda.









A lo largo de estos veintidós años ha visto cómo las modas han cambiado mucho, pero también cómo regresaban, “ahora se vuelven a llevar las uñas puntiagudas” comenta Carmen. También el perfil de las clientas ha variado, “antes eran más mayores, y ahora son cada vez más jóvenes, tengo una niña de siete años que ya es clienta asidua”, dice sonriendo.










Después de trece años en la calle Real, en 2012 decide trasladarse a la calle Paseo Dolores Soria, pues allí iba a estar más visible al público, y eso sería una gran ventaja.Yo tuve la suerte de asistir a la inauguración del nuevo centro, que este pasado dos de mayo ha cumplido cuatro años.



El salón está decorado con un gusto exquisito, sillas de diseño, papel pintado, la foto de una gran dama, estantes llenos de esmaltes; de infinidad de colores, un reloj vintage, etc.





















Las mesas dispuestas en hilera forman la zona de trabajo donde, Lorena, Virginia, Yolanda y Carmen, trabajan con pasión.













Ver cómo esculpen y decoran las uñas con tanta precisión y creatividad es todo un espectáculo.



Están a la última en tendencias, no sólo en cuanto a técnicas, colores, decoración, sino también en tecnología, disponen de la impresora "ImagiNail", que te imprime ¡cualquier imagen en las uñas!. Además, ofrecen otro tipo de tratamientos, como por ejemplo; el relleno de pestañas, todo un trabajo de precisión. 




Carmen es una mujer valiente y no le dan miedo los retos, por eso, cuando la comento que quiero hacerme algo original; descartando por supuesto el "furry Nails" que Carmen me quita de la cabeza, enseguida me dice “vale”. Y como este blog está dedicado a Pinto, ¿por qué no hacerle un homenaje?, pintarme la Torre de Éboli, y dicho y hecho. Juzgar vosotr@s mism@s el resultado.






Y usando mi uña como lienzo, Carmen me demuestra que es toda una artista, y que hizo muy bien en dejar el "Diván por el Salón".


Gracias a Carmen, Yolanda, Lorena y Virginia por su paciencia, pues entre uña y uña me atendieron y posaron con gran amabilidad.



Y con el título de la canción favorita de Carmen, I promised myself, de Nick Kamen, me despido, pues yo también me prometí a mi misma que seguiría descubriendo más historias para todos y todas...


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