martes, 9 de mayo de 2017

En busca del fortín perdido.

Los Yesares.
El pasado 6 de mayo un grupo de intrépidos pinteños nos reunimos con la intención de descubrir parte de nuestro patrimonio arqueológico. Con la mochila a cuestas, y mucha ilusión, nos pusimos en marcha para comenzar nuestra aventura. Deberíamos recorrer varios kilómetros hasta alcanzar nuestro destino final, Los Yesares, y para ello tendríamos que transitar por parte de la Cañada Real Galiana, también conocida como "Cañada Riojana" ya que ésta une el territorio de la Rioja con Ciudad Real.
Un poquito de historia de EGB; las cañadas reales están asociadas al tránsito de ganados trashumantes y fueron dotadas de protección especial por el rey Alfonso X el Sabio, que creó el Real Consejo de la Mesta, en el siglo XIII, con el fin de reducir los conflictos que surgían entre los ganaderos y los agricultores. Aunque esta organización desapareció en 1836 estos itinerarios siguen contando con protección y un reglamento específico. 


Después de andar unos tres kilómetros, por fin, llegamos al yacimiento arqueológico de la guerra civil española “los Yesares”, que está incluido en la Red de Yacimientos Visitables de la Comunidad de Madrid.



Pero antes de que se me olvide, esta pequeña expedición formaba parte de las muchas actividades que el Ayuntamiento de Pinto ha puesto en marcha para poner en valor y dar a conocer nuestro patrimonio cultural. Además, tuvimos la suerte de contar con un guía de excepción, el propio arqueólogo que excavó en el yacimiento, Miguel Ángel Díaz Moreno, miembro del equipo “Cota 667” y codirector del proyecto de la Guerra Civil en Pinto, ¡todo un lujo!


Miguel Ángel nos explicó que este yacimiento arqueológico se correspondía con la posición de la guerra civil española conocida como “Vega Baja” o “Vega Cabeza Fuerte”, y que este enclave fue ocupado por las tropas franquistas al inicio de la batalla del Jarama, en febrero de 1937, junto con otras zonas elevadas que se extendían desde la A-4 hasta Rivas-Vaciamadrid. La finalidad de dominar estos lugares era guarnecer al flanco norte de la ofensiva ante cualquier contraataque republicano que viniese de la zona del río Manzanares y, así, permitir que el grueso de las tropas participantes en la batalla se moviese con mayor facilidad en su avance hacia el este, para poder alcanzar la carretera de Valencia. En el yacimiento pudimos ver fortines para ametralladoras, los pozos de tirador dobles en forma de T, la línea de trinchera, los abrigos para descanso y almacenaje, un refugio cueva y zanjas antiataque.


Y ya que estábamos allí, ¿por qué no acercarnos a ver la Cueva Cuniebles?, el refugio donde se resguardaron los los primeros pobladores de nuestra localidad, allá por la Prehistoria. ¡Y dicho y hecho!

Mientras caminamos hacia la cueva nos topamos con un hito o mojón, cuya historia está ligada al origen de la famosa frase “Entre Pinto y Valdemoro”.

Según cuentan, la aldea de Pinto era objeto de disputas territoriales entre los señores de Segovia y Madrid, teniendo que intervenir los monarcas Alfonso VII y Alfonso VIII con deslindes para frenar estos conflictos. Pero como las contiendas no cesaban, el rey Fernando III el Santo, en 1239, se vio obligado a intervenir, colocando 42 mojones en la linde entre Pinto y Valdemoro. «Queriendo departir contienda, é baraja grande que era entre ellos, departíles los términos por estos lugares que esta carta dice, y puse y fice estos mojones: el primer mojón fue este cerca de la atalaya asomantes de geles, el segundo mojon a la renconadilla que está á Palomero...», escribió el monarca, fijando uno a uno los 42 hitos entre ambas localidades, para limitar Madrid y Segovia. El mismo Fernando III supervisó personalmente la colocación de estos mojones y fue su presencia y el deseo de no desairar a ninguno de los dos anfitriones; que se apresuraban en agasajar al monarca con su mejores vinos y quesos, lo que seguramente dio origen a la famosa frase, pues Fernando III optó por comer con los representantes de las dos villas "Entre Pinto y Valdemoro"
Por cierto, de los 42 hitos que fueron colocados sólo éste, en la ruta Galiana, sigue en pie.

Después de caminar unos ochocientos metros llegamos a la cueva Cuniebles aunque el acceso para entrar en ella fue difícil, pues varios desprendimientos han tapado algunas entradas, y tuvimos que recurrir a nuestras dotes de escalada para alcanzarla. Algunos optamos por acceder por arriba, con mucho cuidado, eso sí, porque el camino es muy estrecho y puedes caer, los más ágiles decidieron hacerlo desde abajo, salvando una pendiente muy resbaladiza. Una vez dentro nos invadió la sensación de haber viajado al pasado y formar parte de una se esas tribus que comenzaron a poblar nuestra localidad, claro que, después de sacar el móvil y hacerse el selfi de rigor toda esa sensación se acaba, y vuelves de inmediato al siglo XXI, donde te das cuenta de que tienes que volver sobre tus pasos, lo que significa recorrer ¡¡seis kilómetros!!!, para volver a Pinto... 









Un viaje, de unos doce kilómetros, que me ha dejado, algunas agujetas, un buen bronceado y mucha, mucha historia que contar.







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